Tal como estaba anunciado, invitado por la Asociación Sanmartiniana “Coronel Dionisio Urquiola” de Lobos, visitó nuestra ciudad el General de Brigada Aliberto Rodrigañez Ricchieri, quien era el jefe de la guardia de Granaderos del Presidente Arturo Humberto Illia en el momento en que fue derrocado y expulsado de la Casa Rosada por un golpe militar.

El-Sauzal

El militar llegó acompañado por una de sus hijas y por el historiador Roberto Colimodio, amigo personal de la familia de Rodrigañez Ricchieri, y estrechamente ligado también a la asociación lobense.

Rodrigañez Ricchieri tuvo un destacadísimo papel en aquel momento aciago de la historia cuando se interrumpió el proceso democrático que encabezaba Illia. Conminado por los impulsores del golpe a abandonar la Casa Rosada, el entonces jefe de la guardia se negó a salir y reunió a sus subordinados para darles un mensaje claro en el patio de las Palmeras: “granaderos, puede ser que nos saquen a la fuerza, pero si salimos será con las patas para adelante”.

En el recinto del Concejo Deliberante, las autoridades comunales le tributaron un merecido reconocimiento.

Tras palabras de bienvenida del titular del cuerpo deliberativo, Daniel Russo, el Intendente Etcheverry le hizo entrega de un presente y también recibió el Decreto que lo declaró huésped de honor de la ciudad de Lobos.

Estuvieron presentes, entre otros, los ex jefes comunales Manuel Manín y Gustavo Sobrero, Veteranos de Malvinas, el presidente de la UCR lobense, representantes de instituciones de la comunidad, el bloque de concejales de Juntos por el Cambio y solamente dos ediles del Frente de Todos, Matías Thea y Nahuel Robles.

Posteriormente, Rodrigañez Ricchieri brindó su testimonio ante docentes de historia, referentes políticos, estudiantes y público en general, en el Instituto Superior N° 43, y terminó su estadía en Lobos compartiendo una cena de camaradería en el Centro Nativo Acuyai.

En diálogo con nuestro medio, el General Rodrigañez Ricchieri dijo que “estoy encantado de estar por primera vez en Lobos, una hermosa ciudad, conocí una iglesia inconcebiblemente bien mantenida, y mucha calidez de su gente”.

Y respecto de su actuación en aquel junio de 1966, dijo con mucha modestia: “yo no salvé al Presidente Illia para nada, el destino estaba trazado, y lo único que hice fue intervenir como personaje menor”.

Y aclaró: “el eje de mi actuación fue, indirectamente, la defensa de la Democracia y la Constitución, pero lo que me movió prioritariamente fue mi misión como jefe de Granaderos, porque generalmente se menciona la defensa de la Democracia, lo que es cierto, pero se relega la otra parte, el motivo más fuerte que me llevó a actuar sin la menor vacilación”.

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