Fundada el 8 de febrero de 1960, está cumpliendo hoy 65 años la Sociedad de Bomberos Voluntarios de Lobos.

Fue a iniciativa del entonces Senador Provincial Adalberto Mársico, que se concretó la reunión fundacional, y Pedro Madala fue el primer presidente electo en ese encuentro de vecinos.

Allí comenzó a escribirse esta formidable historia de amor y servicio al semejante que hoy llega a 65 años, con nombres imborrables que forjaron e hicieron grande a la institución, y con los actuales protagonistas fieles a la consigna fundacional de estar al servicio de la comunidad sin límite alguno.

Hoy a las 9 habrá homenaje a los fallecidos en el panteón institucional en el Cementerio. A las 18,30 será el acto protocolar en la Avenida Alem, y a las 20 comenzará el desfile, con la Banda del Regimiento 7 de La Plata, y las entidades que vengan a compartir este aniversario.

Nuestro humilde reconocimiento expresado en este poema genial que hace 30 años escribiera Domingo Adalberto Galli.

HABLA UN BOMBERO

¡Me llama la sirena!.

El aire se hace trizas con sonido metálico

que me llena el espacio y me empuja a la calle…

¡Alguien me necesita y su espera no admite que yo tarde!.

A ese dolor que ignoro lo siento en mis oídos y en mi carne

mientras corro al cuartel que parece esperarme.

¡Me llama la sirena con su ruido estridente y su prisa incesante!.

Es de hermano que sufre el grito que ensordece mis oídos

y calienta mi sangre.

¡Y ese dolor ajeno me lastima, llamándome!.

Me llama la sirena cuartelera y no puedo negarme

a su llamado que no admite dudas ni demoras.

¡Ni espanto!.

Me llama esa sirena y mis pies saben todos los caminos

que llevan al cuartel esquivando los pozos y los charcos.

Soy viento cuando corro por las calles

siguiendo a ese sonido lacerante

que me fuerza a olvidar mis íntimos dolores y pesares

para pensar que hay alguien, a quien yo no conozco,

que está necesitándome.

Me llama una sirena por el aire

y su sonido junta a mis ganas de hacer, a mi inconfesa necesidad de darme,

la desesperación de quien me siente como su salvación,

como a una cosa indefinible,

como Angel de la Guarda con botas y con casco,

como amigo entrañable sin nombre y sin histoia

pero de mano generosa y grande.

¡Soy Bombero…!. Acaso no parezca demasiado!.

Tal vez sea poco, pese a ser tan grande

esto que, en realidad, es algo simple si uno sabe mirarlo.

¡Para que no les duelan las manos a los míos

me he quemado las manos!.

¡Para que tengan techo mis vecinos me olvidé de mi casa!.

¡Para que duerman sin preocupaciones

me he pasado las noches velándoles los sueños,

cuidando que descansen su cansancio!.

Yo no sé proclamar cosas bonitas y tan sólo he logrado

ue mis actos le canten al “amigo” y al “hermano”.

Me llama esa sirena y su llamado

ya es un trozo importante de mi alma.

Y tal vez es por eso y por andar jugando con el agua

que al mirar hacia atrás y ver mi historia

se me mojan los ojos con mil lágrimas.

 

Domingo Adalberto Galli – 1995

 

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