La ya tradicional Vigilia del 24 de marzo, que realiza el Colectivo por la Memoria y los Derechos Humanos de Lobos, debió trasladarse de la Plaza 1810 a la sede del Movimiento Evita, en calle Laprida, debido a las condiciones del clima.
En ese recinto se desarrolló el encuentro evocativo del horror iniciado en 1976.
Carlos Leiva, el grupo Americanto, Manu Rodríguez, Guillermo Pastorino, Naiara Gómez y Alvaro De Paula, aportaron momentos musicales.
También se presentó la Compañía Experimental Movimiento en Lobos con su danza, y se compartió el documental “Quienes” realizado por la lobense Carolina Vinay.
Ana María Pedernera, una de las artífices del colectivo, leyó un contundente mensaje que comenzó recordando: “el otoño de 1976 traería consigo no sólo los ocres propios de la estación, sino también los colores del espanto. Ese marzo inauguró la más sangrienta dictadura desde que Argentina se constituyó como una nación organizada. En nombre de valores patrióticos y cristianos, la Junta Militar asaltó el poder, contrariando las leyes fundamentales de la república, y se arrogó a sangre y fuego, la representatividad de todo el pueblo”.
“Un aparato represor fue instalado en cada uno de los estamentos del poder público, para vigilar y castigar. A partir de ese momento, el estado que debe ser el garante del bienestar físico e intelectual de sus ciudadanos, se convirtió en una maquinaria terrorista al servicio de la aniquilación de las libertades”.
“Los fusilamientos encubiertos como combates, los secuestros, las persecuciones, los centros de detención clandestinos, verdaderos campos de concentración, los asesinatos de adolescentes, de jóvenes madres embarazadas, y la apropiación ilegal de niños, nos señalan el ejercicio planificado de la violación de los derechos humanos básicos”.
“La aplicación de esta metodología estuvo acompañada por la imposición de un plan económico tan canalla por lo devastador, como el ocurrido en el campo político”.
“En un nuevo aniversario, a 46 años de la interrupción más brutal de la legalidad constitucional, esta rememoración es una gimnasia necesaria para que nuestro devenir no sea cíclico, para que el “Nunca Más” no sea una frase hecha pero no analizada ni sentida, y se convierta en algo tan imprescindible como el alimento”.
“Los que venimos de ese pasado, conocemos y experimentamos las diferencias entre un régimen dictatorial y los beneficios de una democracia. Por eso tenemos la obligación moral de mantener intacta la memoria y de advertir ante el mínimo gesto de quienes todavía reivindican el horror”.
“Sin embargo, la democracia tal cual la conocemos desde su retorno en 1983 hasta hoy, tiene varias deudas no saldadas con el pueblo argentino, entre ellas la desaparición no esclarecida de personas que aún cuando debieron tener todas las garantías que ofrece un estado de derecho, no las tuvieron, ya sea porque el poder judicial no activó todos los resortes para garantizar su derecho a la vida o porque el régimen autoritario vivido entre 1976 y 1983, no pudo ser totalmente desmantelado, y sus lacayos siguen operando desde las sombras o no tanto, a nivel judicial, político, económico y comunicacional”.
Cuando llegó la medianoche, las hermanas Mariana y Elina Lacoste fueron a la Plaza 1810 y colocaron el pañuelo blanco en la cabeza de la Madre del monumento.