La pandemia del coronavirus nos ha impactado de manera inédita. Un virus muy contagioso y mortal se había esparcido en varios países del mundo y no se detenía. El gobierno nacional comprendió la gravedad de la situación y se decidió a actuar. Decretó el aislamiento social obligatorio, la cuarentena, y las autoridades explicaron con mucha claridad cuál era el objetivo. Los argentinos comprendimos  que el riesgo de muerte era real y próximo. La percepción del riesgo fue tan  alta  que la mayoría aceptamos alterar completamente nuestras vidas, encerrándonos en casa y alterando o renunciando a nuestras actividades cotidianas, contactos con familiares, amigos, etc.

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Necesitamos que nuestros gobernantes, asuman también muy seria y urgentemente la pandemia de los siniestros de tránsito, con la misma convicción y la fuerza que tuvieron para enfrentar el coronavirus, ya que ésta provoca miles de muertos cada año, decenas de miles de heridos y millonarias pérdidas materiales en nuestro país. Y nos golpea desde hace años. En Argentina, a diferencia de otros países,  los muertos en el tránsito casi no han disminuido en las últimas décadas. La curva de muertes se ha amesetado en un nivel muy alto y las víctimas son 280 veces más que las que se ha cobrado el COVID-19 hasta ahora.

A diferencia del coronavirus, que todavía no conoce un medicamento eficaz para combatirlo, en el mundo se han hallado medidas que se han probado muy exitosas para reducir la morbi-mortalidad en el tránsito. El Plan Mundial propuesto por las Naciones Unidas para la Seguridad Vial, sistematizó el tratamiento y los remedios para combatir esta pandemia.

Destacamos, a modo de ejemplo, algunas de las propuestas en uno de los 5 Pilares de acción para la Seguridad Vial, el de lograr usuarios de la vía pública más seguros. Resulta prioritario, en nuestro país:

  • El uso permanente y generalizado de los cascos en motocicletas y bicicletas.
  • El uso permanente y generalizado de los cinturones de seguridad y sistemas de retención infantil en los demás vehículos automotores.
  • El cumplimiento de los límites de velocidad, y también su reducción.
  • Evitar el consumo de alcohol y/o drogas al volante.
  • Evitar el uso del celular al volante.
  • El otorgamiento generalizado de la prioridad a los peatones.
  • Generalizar los controles eficaces en calles y rutas con sanciones efectivas a los infractores.
  • Implementar la educación vial sistemática y continua.

Sólo una política de estado con un accionar integral, coherente y sostenido en el tiempo, en todos los pilares de la seguridad vial, hará posible convencer a todos de la gravedad del problema y de hacer los cambios personales y sociales para combatir esta pandemia por la salud, la vida y la convivencia en el sistema del tránsito.

ASOCIACION CIVIL LUCHEMOS POR LA VIDA

 

 

 

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